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Problemas musculares
Nuestro sistema musculoesquelético está gobernado por músculos, una especie de "bandas de goma" que, con su tensión, mantienen unida nuestra arquitectura esquelética. Un poco como una estructura de tracción arquitectónica, tan de moda hoy en día.
El sistema muscular de la cabeza y la mandíbula, aunque muy simplificado, resalta su complejidad e interacción: cada cambio en la tensión de un músculo tiene como resultado necesariamente variaciones en todos los demás
Toda relación entre los huesos se rige por los músculos y está limitada por la forma de las articulaciones y los ligamentos. Podemos determinar mover el brazo en todas las direcciones (músculos), a través de las rotaciones entre las partes (articulaciones) pero no podemos superar ciertos ángulos de rotación (ligamentos). Cada músculo puede estar en equilibrio con los demás y recibir apoyo y ayuda para realizar un trabajo (sinergia) o ser controlado y limitado (antagonismo). Este complejo sistema nos permite ser muy potentes o muy finos cuando sea necesario con mecanismos de control excepcionales
El sistema muscular de la cabeza y la mandíbula en su totalidad.
La mandíbula está suspendida debajo del maxilar y al mismo tiempo está conectada al hueso hioides de modo que todos sus movimientos se sinergizan y al mismo tiempo antagonizan de tal manera que nos dan una respuesta fina a nivel dentario de aproximadamente 4 micrones. Podemos romper una nuez, broncear la piel con los dientes, rasgar una tela y al mismo tiempo cortar un hilo de algodón, mascar una hoja de ensalada y sentir, con gran molestia, ¡un pelo entre los dientes! Es normal que un sistema tan complejo y reactivo se desequilibre fácilmente. El sistema de calibración y reprogramación de este complejo mecanismo se está tragando. Cada vez que hacemos esto, intentamos hacer contacto entre los dientes y luego desatamos la secuencia programada de contracciones musculares que nos permite tragar. ¡Cada vez que lo hacemos! ¡500 a 2000 veces al día! Si por algún motivo se altera el encaje, por ejemplo un absceso que alarga y hace más sensible un diente, reprogramamos reflexivamente la posición mandibular para evitar golpearlo y encontrar de nuevo otros puntos de apoyo que nos permitan tragar. Esto puede suceder por el nacimiento de una muela del juicio, por la rotura de un diente, por una prótesis un poco alta o un poco baja; naturalmente a expensas del sistema muscular, con desequilibrios que provocan fatiga de determinados grupos musculares, los más interesados en el mantenimiento "forzado" de la nueva posición. La mayoría de los problemas gnatológicos tienen este origen y tienen grandes posibilidades de ser tratados de forma eficaz.
 

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